El ácido hialurónico (AH) es un polisacárido del tipo de glucosaminoglucanos con enlaces β. En seres humanos destaca su concentración en las articulaciones, los cartílagos y la piel. En un hombre medio de 70 kilogramos de peso puede haber una cantidad total de 15 gramos de ácido hialurónico en su cuerpo, y un tercio de éste se degrada y sintetiza cada día.
El ácido hialurónico no es más que un componente esencial de nuestra piel, que sirve como soporte del colágeno y las fibras de elastina. Su función principal es mantener la piel lisa e hidratada, ya que es capaz de absorber hasta 1000 veces su peso en agua.
A partir de los 20 años aproximadamente, la piel va perdiendo su capacidad de retener agua, y es cuando comenzamos a ver las líneas finas en nuestra piel. Las Cremas o tratamiento que lleve ácido hialurónico ayudará a nuestra piel a absorber mejor la hidratación.
Con la edad el organismo fabrica cada vez menos ácido hialurónico y la superpérdida aporta mejoras significativas en términos de longevidad y calidad de vida. Teniendo cuenta de sus distintos principios activos, el ácido Hialurónico es eficaz para:
Prevenir, aliviar y reparar los efectos de la artrosis y los dolores articulares en general.
Mejorar la movilidad de las articulaciones restaurando el tejido cartilaginoso y una mejor lubricación.
Luchar contra los efectos de la edad sobre el envejecimiento de las células y en particular en la piel.
Mejorar la hidratación, la suavidad y la firmeza de la piel.
El ácido hialurónico se suele utilizar en los pliegues de la cara. Hay que tener en cuenta que el tratamiento con ácido hialurónico tiene efectos de duración limitada. Además, una de las ventajas del ácido hialurónico es que el organismo no rechaza el tratamiento ni produce fibrosis, es absorbido poco a poco por el organismo y no provoca un efecto de hundimiento.